Perspectivas relacionales

El amor: una perspectiva desde las polaridades

Guillermo Feo dice que: “si usted desea perdonar, no le queda otro camino que reconocer y aceptar que usted odia. Si desea acercarse a lo divino y puro, sólo podrá hacerlo si vivencia todo lo impenitente e impuro que existe en usted. No hay otra forma. Cuídese de las modernas y comercializadas trampas del amor”.

El mismo autor, continúa diciendo que: “Las modernas y comercializadas trampas del amor son productos de una inmensa corriente multidisciplinaria, la cual se ha dado a llamar la Nueva Era o Era de Acuario, que no hace más que meter en un mismo envase y de manera anárquica discursos ecológicos y ventas de sahumerios; antidietas y esoterismo; expansión de la conciencia y vidas anteriores; medicinas alternativas y curación por la fe; meditación y prácticas adivinatorias; educación integral y ocultismo”. Transcribiendo esto no puedo dejar de pensar en la tienda Natura.

“Ante éste panorama, lo que alerta no es solamente la inconsistencia de los fundamentos teóricos utilizados, sino la turbulenta frustración que podría generarse en quienes se pierdan, por vacíos y deficiencias en su personalidad, en ese frágil y acomodaticio camino hacia la fácil consecución de la felicidad”.

“Pretender masificar una experiencia tan profunda y personal como el amor, no es sino el producto de calculadas y deshumanizadas intenciones mercantilistas, y/o de una crasa ignorancia con relación a lo que cada uno significa”.

En lo particular, me resulta interesante, entender el amor desde las polaridades. En nosotros conviven dos caras de una misma moneda. Generalmente, esa cara de la moneda que no nos gusta tanto, solemos ocultarla hasta no reconocerla. Cuando nos relacionamos con los otros, sí ya invertimos tiempo en ocultarnos esa cara, nos costará más tiempo reconocerla en el otro.

Con relación al amor, hay un aspecto relevante a tomar en cuenta: el amor es condicional. El único amor que es incondicional es el existente entre padres e hijos, y sin embargo, eso puede llegar a ser discutible.

¿Qué das? ¿Qué recibes? En los primeros estadios de desarrollo, nosotros cuando llevamos apenas días o meses de vida, recibimos la atención necesaria de la persona que esté a cargo para poder sobrevivir. A medida que vamos creciendo, nuestro comportamiento se va amoldando al contexto, por tanto en la medida que respondamos adecuadamente, siguiendo las normas, vamos recibiendo “dosis de amor” (o aprobación). “Eres un niño que se comporta bien”, tus padres están orgullosos, te aman más. Sí te comportas mal… algo de esto cambia.

Son en éstos primeros momentos que comenzamos a entender que hay algo bidireccional en las relaciones  ¿Qué das y qué recibes? Para dar y recibir, es necesario estar conciente de ¿qué puedes dar y qué puedes recibir?

Para ello es importante reconocer y en el mejor de los casos, aceptar lo que nos gusta y lo que nos disgusta de nosotros mismos, lo agradable y lo desagradable que podemos llegar a ser. Fortalezas y debilidades conviven en nosotros. Por lo que nuestras relaciones, requieren de disciplina y esfuerzo, y no de afirmaciones con aroma a New Age.  Amar ecológicamente, requiere de disciplina, que consiste en poder llegar a conseguir un equilibrio entre las polaridades que tenemos y poder reconocer las del otro.

Así como nosotros tenemos polaridades, los otros también las poseen. La aceptación, es un proceso posterior, que consiste en una decisión que va en función de lo que concientemente estemos dispuestos a dar y a recibir…

Bibliografía

Feo G., Guillermo, (2007). Crítica del amor puro. CENAIF, Caracas.

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